La pervivencia de las especies cinegéticas, el control y cuidado de las condiciones de los factores limitantes para el correcto desarrollo y pervivencia de las especies sobre las cuales realizamos nuestra actividad venatoria, son y han de ser para cualquier cazador que se precie el “leitmotiv” que ha de guiar nuestros pasos como cazadores-conservacionistas.
Que quiere decir esto, pues claro está que todo cazador ha de estar implicado con su actividad durante los doce meses del año, cazar lo máximo sin implicarse con la conservación y el desarrollo de las especies que cazamos dista mucho de la imagen de cazador moderno y concienciado con la que debemos cada vez mas identificarnos .
Mejoras en el hábitat, control equilibrado de la predación y una caza responsable es o ha de ser el pan nuestro de cada día para disfrutar en condiciones de los escasos tres meses en que podemos realizar nuestra actividad.
Centrándonos en la predación, tenemos la idea a menudo errónea de que águilas, zorros, garduñas y tejones son las especies que más daño infligen a las poblaciones de caza menor de nuestros cotos de caza.
Sin embargo, valiéndonos de numerosos estudios en campo y de nuestra experiencia podemos establecer una pirámide de predación en la que en la base estarían esas especies anteriormente citadas y en la cúspide especies en las que a menudo no pensamos demasiado como pueden ser el perro y el gato domésticos.
Las poblaciones de gatos y perros domésticos o asilvestrados causan la gran mayoría de bajas poblacionales entre nuestras especies cinegéticas.
En zonas en las que el campeo de estas especies durante todo el año pero sobre todo en la temporada de cría es constante puede dar al traste con todas nuestras expectativas de futuro, labores de mejora y una caza racional pueden tener escaso valor cuando día tras día perros y gatos acaban con el potencial reproductor de nuestros acotados.
